Para nuestro cerebro es lo mismo pensar que hacer.
Sí sonríes, tu cerebro interpreta que estás feliz y manda las señales correspondientes que te hacen sentir feliz.
Así de sencillo. Por eso, sonríe si estás feliz y sonríe para estar feliz.
Inténtalo: cuando estés teniendo un día pesado, ¡sonríe! Así nada más. Busca la manera de ver tu reflejo y sonríe más. Sube los brazos, estírate un poco, cambia de postura, levántate… y sonríe.
Te aseguro que te sentirás mejor y, cuando otros te vean los podrás impactar con una actitud positiva, aún en los días pesados. Piénsalo: si estás cerca de alguien que esté pasando por momentos difíciles, puedes ofrecerle una sonrisa empática, tal vez también ofrecer tu mano o un abrazo. Si la otra persona acepta tu mano o tu abrazo, y tú estás en un estado positivo lograrás ayudarle a sentirse mejor.
Solemos sonreír si la estamos pasando bien; entonces, si encontramos la lección que hay implícita en los tiempos difíciles, también encontraremos un motivo para sonreír y aligerar la carga...aunque sea por un instante.
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