En la publicación anterior, "¿Cuánto tiempo estás dispuesto a dedicar a la planeación?", te compartí las analogías que encuentro en la planeación de una mudanza con el cambio y crecimiento en nuestras vidas.
Hoy te quiero hablar del impacto de las emociones en la planeación y la importancia del balance entre la orientación de persona y la orientación de proceso. Conservaré la analogía con una mudanza.
Empiezo con la analogía: Cuando te mudas de lugar de residencia o de lugar de trabajo, puedes aprovechar para depurar. Algunas de tus pertenencias deben viajar contigo y algunas no porque serían mucho mejor aprovechadas por otros. Una mudanza es un buen momento para decidir qué donar, vender o desechar, y qué conservar.
La toma de decisiones en este proceso tiene que ver con lo práctico y con lo emocional. El apego puede provocar que lleves contigo todo aún sabiendo que darle un nuevo destino sería mejor. Entonces es cuando entra en juego tener consciente la importancia del balance.
El balance entre la orientación de persona y la orientación de proceso consiste en dar el mismo peso a ambos. Del lado de la orientación de persona está lo que pensamos y lo que sentimos; saber escucharnos es una habilidad que vale la pena desarrollar. Del lado de la orientación de proceso están los datos duros, los números y las formas de medir; una habilidad a desarrollar en este caso es la practicidad.
Cuando las emociones nublan tu visión para tomar una decisión práctica, una forma de equilibrar la emoción y la razón es entender qué es lo que te impide decidir desde la razón.
Esto lo puedes lograr al menos de dos formas:
El impacto de las emociones en la planeación de una mudanza puede resultar en apego. ¿En qué crees que puede resultar cuando se trata de nuestros procesos cambio y crecimiento?
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